La ansiedad tiene algo que decirte
Tienes un mensaje, ¿lo abrimos juntos?
Si tu ansiedad tuviera una forma, ¿cómo sería? Si fuese una persona, ¿quién sería?
Tal vez tendría forma de torbellino que no deja de girar en tu tripa. O de una sombra que te sigue a cada paso, recordándote que está ahí. O alguien sentado en tu pecho que no deja pasar el aire que respiras. Quizá la sientes como un nudo en el estómago, como un peso en el cuerpo, como una corriente invisible que te arrastra sin darte tregua.
Sospecho que no siempre fue así. Al principio intentó hablarte con suavidad, como una madre en el primer intento al despertar a su hijo. Suave, con cariño y presencia. Probablemente fue dejando algún aviso aquí y allá: una noche en la que costaba dormir, un leve nudo en la garganta antes de una conversación importante, un molesto temblor en el ojo que aparece y desaparece. Pero pasaste de largo. Así que tuvo que alzar la voz. Como esa madre tras varios intentos de sacar a su hijo de la cama.
Ahora se hace notar con fuerza: te acelera el corazón, te llena la mente de pensamientos que no puedes apagar, te deja en vela cuando más necesitas descansar. Se ha convertido en una constante, que aparece en los momentos más inoportunos y se instala sin pedir permiso.
«La ansiedad no es algo que haya que vencer, sino algo que hay que entender.»
Pero quiero que sepas que no está aquí por casualidad. No ha venido a castigarte ni a hacerte daño. Quiere decirte algo. Pero en lugar de escucharla, intentas silenciarla, apartarla, ignorarla. Y sé que lo haces porque es incómoda, porque duele, porque ojalá no estuviera ahí. Pero cuanto más intentas apartarla, más insiste, más se hace presente.
Quizá ha llegado el momento de mirarla de frente. De preguntarle por qué está aquí y qué necesita de ti. Quizá su presencia es solo la señal de que llevas demasiado tiempo corriendo sin descanso, acumulando cargas que no te corresponden, poniendo las necesidades de los demás por delante de las tuyas.
No es tu enemiga. Es una parte de ti que pide ser escuchada. Y cuando lo hagas, cuando empieces a darle el espacio que necesita sin miedo ni rechazo, empezará a calmarse. Porque, en el fondo, solo quiere recordarte algo importante: que te cuides, te escuches, te priorices… en definitiva, quiere que te quieras por encima de todo.
¿Y si, en lugar de huir de ella, pruebas a darle la bienvenida?
¡Hola! Esta soy yo, Amaya.
Alguien con un interés genuino por las personas y su historia. Hoy soy Psicóloga Sanitaria con formación en apego, trauma y un enfoque integrador, adaptado a las necesidades únicas de cada persona.
¡Felicidades por llegar hasta aquí! Has dado un paso importante, estás en el lugar ideal para empezar a mejorar. Si estás listo para dar el siguiente paso y empezar a escuchar lo que tu cuerpo y mente realmente necesitan, estoy aquí para ayudarte. ¿Hablamos?
