Sobre mí
Amaya Olagüe Baztán
N.º Colegiada A-3408
Te voy a contar una historia:
De pequeña, fui esa niña preguntona. Preguntona y un tanto pesada, según me dicen. Claro, no hacía preguntas cualquiera; yo quería saber por qué alguien hacía tal cosa, qué le pasaba a esa persona, qué sentía. Poco me importaba porqué una grúa podía cargar tanto peso o porqué las estrellas brillaban tanto. Mi curiosidad siempre estuvo enfocada en entender a los demás, en intentar ver el mundo desde sus ojos.
Ese interés por el bienestar de las personas, y en especial por aquellas en situaciones de vulnerabilidad, fue lo que me llevó a estudiar Trabajo Social. Sin embargo, con el tiempo, entendí que mi vocación por las personas tenía otras expectativas, así que tuve que encontrar una forma de ayudar que realmente me llenara. Eso fue lo que poco a poco me conectó con la psicología y supe que así podía acompañar de una manera más profunda.
Me gradué en Psicología, terminé el máster habilitante para ser Psicóloga Sanitaria y, desde entonces, no he dejado de formarme, especialmente en apego y trauma. Sí, ese tipo de temas que a veces suenan densos, pero que son esenciales para entender cómo funcionamos por dentro y por qué a veces nos quedamos atrapados en patrones que nos cuesta romper.
También aprendí que es humanamente imposible saberlo todo. Solté la idea de tener siempre las respuestas y busqué rodearme de grandes profesionales que me han enseñado más de lo que cualquier libro podría.
Mi manera de trabajar es sencilla pero profunda: cada persona tiene su propia historia, única y valiosa. Creo firmemente que avanzar en la vida exige soltar aquello que ya no nos sirve, aunque ese proceso no siempre sea sencillo.
Más allá de los títulos y las técnicas, lo que de verdad define mi manera de ser psicóloga es mi interés genuino por el bienestar de quienes acompaño. Si has llegado hasta aquí, quiero que sepas que estoy para ti, para escucharte, sin juicios ni prisas.
¡Ah! Y aunque esto me ha quedado un poco profundo, tengo un gran sentido del humor, a veces soy un poco mal hablada y una vez me dieron el título de miss simpatía por mi sonrisa. Porque a veces, una sonrisa puede ser el primer paso para soltar y sanar. ¿Te animas a dar ese paso? Te acompaño.